El síndrome del impostor en los psicólogos: un desafío diario en nuestra práctica clínica

El término síndrome del impostor se utiliza para describir la sensación de inseguridad y duda sobre las propias capacidades, especialmente en el ámbito laboral, que afecta a muchas personas en diversas profesiones. Los psicólogos tenemos una profesión especialmente vulnerable a padecer este síndrome, a pesar de lo paradójico que esto pueda resultar. Incluso con una extensísima formación, conocimiento y hasta experiencia tratando este problema en otras personas, muchos psicólogos enfrentan este síndrome en algún momento de sus carreras. Este artículo exploramos las manifestaciones del síndrome del impostor en los psicólogos, sus causas, efectos y algunas estrategias para superarlo.

Manifestaciones del síndrome del impostor en psicólogos y psicólogas

El síndrome del impostor se manifiesta de varias maneras en los psicólogos. Algunos pueden sentirse constantemente inadecuados, a pesar de recibir elogios y reconocimiento por su trabajo. Pueden atribuir sus éxitos a factores externos como la suerte o incluso en la intensa necesidad de vinculación de algunos pacientes, en lugar de reconocer su habilidad y competencia. Otros pueden tener un temor constante de ser "descubiertos" como fraudes, preocupándose de que eventualmente los demás se darán cuenta de que no son tan competentes como aparentan ser, a pesar de llevar a sus espaldas muchos años de formación y experiencia.

En el contexto de la psicología clínica y sanitaria, estos sentimientos pueden ser exacerbados por la naturaleza misma del trabajo. Los psicólogos a menudo enfrentan situaciones emocionalmente intensas y complejas, y la responsabilidad de ayudar a otros a ‘resolver’ los conflictos psicológicos que les hacen sufrir, puede incrementar la presión y la autoexigencia. La necesidad de mostrar empatía, comprensión y habilidades técnicas sofisticadas puede llevar a los psicólogos a cuestionar continuamente su competencia y efectividad.

Causas del síndrome del impostor en psicólogos y psicólogas

El síndrome del impostor en los psicólogos puede tener múltiples causas. En primer lugar, la formación académica y profesional en psicología suele ser rigurosa y competitiva. Durante sus estudios y formación, los futuros psicólogos están expuestos a estándares elevados y a menudo comparan sus habilidades con las de sus compañeros y profesores, lo que puede generar sentimientos de insuficiencia.

Además, la psicología académica en muchas ocasiones tiende a imponer una serie de métodos de intervención que no siempre son aplicables en la práctica clínica cotidiana. En los programas de grado y posgrado se enseñan protocolos rigurosos y estructurados, que en la práctica clínica nos vemos obligados a modificar y adaptar en función de las necesidades de la persona que tenemos delante. Esto puede generar muchas dudas en los psicólogos ya que no tenemos la certeza de estar realizando nuestra labor de forma objetivamente correcta.

Además, el campo de la psicología está en constante evolución, con nuevos enfoques, teorías y técnicas emergentes regularmente. Mantenerse actualizado y sentirse competente en un entorno tan dinámico puede ser desafiante (a veces incluso agotador), y contribuir a la sensación de no estar a la altura.

Otra causa significativa es la naturaleza de la práctica clínica misma. Trabajar con pacientes que presentan problemas complejos y, a veces, refractarios puede hacer que los psicólogos duden de su capacidad para hacer una diferencia real. Las expectativas internas y externas de ser infalible y de tener siempre una respuesta o solución pueden ser abrumadoras.

Los psicólogos y psicólogas tenemos una labor preciosa, pero el necesario uso de la subjetividad genera muchas inseguridades en la práctica clínica.

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Efectos del síndrome del impostor en la práctica clínica

El síndrome del impostor puede tener varios efectos negativos en la práctica clínica de un psicólogo. La autocrítica excesiva y la falta de confianza pueden llevar a la procrastinación y la evitación de oportunidades profesionales, no aceptar casos que consideramos desafiantes incluso aunque tengamos la preparación suficiente, presentar en conferencias o cursos, o publicar investigaciones.

Además, los psicólogos que experimentan el síndrome del impostor pueden tener dificultades para establecer límites saludables. Pueden trabajar horas excesivas, aceptar más pacientes de los que pueden manejar adecuadamente o involucrarse demasiado emocionalmente en los casos, lo que puede llevar al agotamiento profesional y emocional (acercándonos a lo que conocemos como síndrome de burnout).

La calidad del cuidado proporcionado a los pacientes también puede verse afectada. La inseguridad y el miedo a cometer errores pueden impedir que los psicólogos tomen decisiones clínicas firmes y necesarias. En algunos casos, puede llevar a una dependencia excesiva de técnicas y manuales en lugar de confiar en su juicio clínico y adaptabilidad.

Estrategias para superar el síndrome del impostor

Superar el síndrome del impostor requiere una combinación de autoconciencia, trabajo interno y apoyo social. A continuación, se presentan algunas estrategias que los psicólogos pueden utilizar para manejar y superar este desafío:

  1. Reconocimiento y aceptación de los sentimientos experimentados: El primer paso es reconocer que el síndrome del impostor es una experiencia común y compartida por una grandísima parte de los profesionales de la salud mental. No es una señal de debilidad o incompetencia, sino una manifestación de tu deseo de realizar correctamente tu labor terapéutica.
  2. Reformular el pensamiento: Los psicólogos debemos trabajar en identificar y desafiar nuestros pensamientos automáticos negativos al desarrollar nuestra labor terapéutica. En lugar de atribuir el éxito a la suerte, es fundamental reconocer nuestro esfuerzo y habilidad, incluso aunque en un primer momento nos resulte difícil creer que estamos haciendo las cosas bien.
  3. Buscar apoyo y supervisión: Hablar sobre estos sentimientos con compañeros, supervisores o en grupos de apoyo puede proporcionar perspectivas valiosas y normalizar la experiencia. La supervisión regular es crucial para recibir retroalimentación constructiva y apoyo emocional.
  4. Establecer metas realistas: Establecer metas profesionales realistas y alcanzables puede ayudar a reducir la presión y las expectativas poco realistas. Celebrar pequeños logros y progresos también es importante para construir la autoconfianza. Tenemos que recordarnos a menudo que nuestra labor se basa en acompañar a nuestros pacientes en su camino de encontrar vías de resolución de sus conflictos, pero en ningún caso podemos convertirnos en sus rescatadores.
  5. Cuidado personal y límites: Practicar el autocuidado y establecer límites claros en el trabajo es esencial para mantener el bienestar emocional y prevenir el agotamiento. Esto incluye tomar tiempo libre, desconectar del trabajo y participar en actividades que brinden satisfacción y disfrute.

El síndrome del impostor es un desafío significativo para muchos psicólogos, afectando tanto su bienestar personal como su práctica clínica. Reconocer y abordar estos sentimientos es crucial para mantener la salud mental y proporcionar una atención efectiva a los pacientes.

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