La profesión de psicología, con su enfoque en comprender y abordar las complejidades de la mente humana, a menudo se envuelve en un mito sutil pero peligroso: el mito del psicólogo impasible e invulnerable. La idea errónea de que estos profesionales están blindados contra las tormentas emocionales y las luchas personales crea una fachada que oculta una verdad más compleja y humana.
La construcción del mito: ¿por qué surge?
Desde el inicio de su formación, los psicólogos y psicólogas son capacitados para comprender y ayudar a los pacientes a gestionar sus emociones. La empatía y la capacidad de ponerse en los zapatos del paciente son habilidades fundamentales. Desde esta perspectiva, parece que ayudar a las demás personas a solucionar sus dificultades implica que los psicólogos y psicólogas tengan que disociarse de sus propios conflictos. La sociedad, a menudo, percibe a estos profesionales como inmunes a las tensiones emocionales y las luchas personales que afectan a todos los seres humanos.
Desmitificando la invulnerabilidad: la realidad humana detrás del título
La profesión de la Psicología no actúa como un escudo mágico que protege contra el dolor, el estrés y las experiencias emocionales difíciles. Al contrario, la práctica de la Psicología, y dentro de la misma, el ejercicio de la psicoterapia, implica sumergirse en el sufrimiento ajeno, enfrentarse a situaciones desafiantes y manejar una carga emocional significativa. De hecho, muchos estudios han observado que las profesiones sanitarias, y más concretamente la Psicología, es carne de cañón para experimentar problemas a nivel emocional, dado el nivel de exposición emocional que suponen, y la exigencia que implica el propio desempeño de la profesión.
La presión de la perfección: estigma propio y externo
Este mito también ha llevado a que los propios psicólogos sientan una presión indebida para ser perfectos y estar siempre en control emocional. La idea errónea de la invulnerabilidad puede generar un estigma interno, haciendo que los profesionales se sientan avergonzados o débiles cuando enfrentan sus propios desafíos emocionales.
Muchos colegas de profesión han verbalizado sentirse culpables cuando se ven sobrepasados por la carga de trabajo, y es que incluso los propios psicólogos parecemos ignorar inconscientemente el impacto que recibimos cada día. Y es que esto es algo importantísimo que debe tener claro todo aquel que se dedique a la psicoterapia: hay que estar preparado para dejarse impactar emocionalmente, ya que sin ese impacto, la psicoterapia no es de calidad. Pero ese impacto sin capacidad de autoprotección y de establecimiento de límites por parte de la persona que lo recibe puede resultar destructivo.

La supuesta "invulnerabilidad" de los psicólogos no es más que un mito, que además no beneficia ni al paciente ni al profesional.
El impacto en la relación terapéutica: humanizando la terapia
El mito del psicólogo invulnerable también tiene consecuencias en la relación terapéutica. La percepción de que el terapeuta está más allá de las luchas humanas puede crear una barrera en la conexión emocional entre el paciente y el profesional, y promover la distancia emocional entre ambos. Mostrar vulnerabilidad de manera apropiada puede, de hecho, fortalecer la alianza terapéutica, humanizando la experiencia de la terapia y creando un espacio seguro para la apertura y la autenticidad. En nuestra práctica clínica hemos comprobado que lo vínculos terapéuticos se favorecen cuando el terapeuta muestra esas pequeñas ‘debilidades’ que le hacen humano, siempre y cuando no interfiera en su desempeño de forma considerable.
Rompiendo barreras y fomentando la autenticidad
La verdadera fortaleza de un psicólogo no reside en la invulnerabilidad, sino en la autenticidad y la capacidad de enfrentar y abordar las propias vulnerabilidades, y acompañar a la persona que tiene delante con las suyas. Romper este mito es un paso hacia la creación de una cultura más saludable y compasiva dentro de la profesión.
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